
Que primavera tan linda habita en tus labios, las estrellas fugaces decidieron pararse a escuchar los más lindos versos del poeta mientras aquella chica parecía salírsele el corazón con cada estrofa, como si fuese la larga y nocturna autopista que nos hace perder el aliento con cada curva.
Y veía una primavera que auguraba eternos veranos desde el horizonte, el rumor del agua quebada en silencio porque todos querían oír poesía, todos querían ser partícipes de esta voz alzándose en rebeldía, aquella voz que gritaba los que muchos callaban y ella misma pedía y hacía un silencio para ser oida, querida y respetada.
Las violetas que nacen en verano apresuraban sus vidas, la poesía embriagaba su corazón haciendolo latir más fuerte, como el mar bravío era un cometa que pasaba tan rápido por las vidas de la gente que apenas daba tiempo para verlos por el caledoscopio...pero todos podían sentir su intensidad en sus corazones, la intensidad de sus palabras...de sus verdades.
Nunca quiso ser más de lo que luchó por ser, llevaba en sus bolsillos torpes solamente la ilusión, la de un chico que entregaba todo en todo que hacía y que quizás la vida le dió mucho menos de lo que él esperaba, aprendió a sobrevivir con poco, dicen que lo mismo sus letras, sus poesías de madrugada y aquella extraña bitácora que llevaba a cuestas le complementaban lo amargo de la vida, lugar donde poder refugiarse de sus penas, y donde poder expresarle a todos en cualquier instante toda su vida...de una forma diferente, no de una forma directa, pero sí directa al corazón...a desgarrar los sentidos del alma y levantarte ese frío, de mojar de cálidas lágrimas los rostros más bonitos, de sentir lo que él sentía, de con esos versos que lees...sentirte más cerca mío.
Abandonó sin decir adiós aquel lugar, no hizo falta, todos sintieron un largo escalofrío cuando se sentaron a leer de nuevo sus letras, aquella había sido una noche de poesía...pues la luna me contó que unos lindos ojos, por lejanos y temerarios que fueren volvieron a llorar, y muchos corazones volvieron a latir más fuerte por un instante...lo suficiente.

Las luces verdes y apagadas de aquella vieja ciudad le hacían aspavientos en señal de guiños a aquella muchacha que sentada en una colina veía y dejaba el mundo girar, apenas le importaba que su vida fuera en aquellos giros torpes, había decidido pausar su estancia y su lugar, se sentía bien ahí y por eso no le importaba lo que pasara abajo.
El cielo jugaba a mezclarse en colores como un eterno arcoiris de tardes a la brisa del mar, el sol venía a caer a esa colina arropandole los últimos regazos de su brillo intenso como el marrón de sus ojos a ella no le importaba, le saludaba con su conquistadora sonrisa, quizás fuera ese por el motivo que los ultimos rayos vinieran a morir allí...a su verita.
Su corazón aún cicatrizaba de las últimas heridas de la soledad, dudaba a veces de encontrar ese amor que le volviera a desencajar la vida, aquel amor por el que dejaría la vida en el empeño, por el que caminaría por los caminos más oscuros solo por estar junto a sus besos, abrazos y caricias, sabía que aquellos versos que le dijeron una vez no mentirían y que todo llegaría por su cauce, para limpiar los restos de nuestra escombrera y llenar de rojo pasión nuestra vida de nuevo...una vez más y sin miedos.
La vida no se paro a pensar por nosotros mientras ambos lo único que hacíamos era mirar por el espejo retrovisor sin advertirnos de los obstáculos que vendrían en la carretera, a veces quizás deseamos agachar la mirada y no seguir por la carretera, pero la vida nos decía que había que seguír por ahí por dificil del camino, por conseguir la felicidad.
Y si al final del camino no conquistabamos nuestros corazones el uno al otro, al menos siempre tendríamos la mayor alegría del mundo de haber compartido esta carretera de la vida con alguien tan maravillosa como tú, de haber disfrutado tanto oyéndonos el uno al otro...y de simplemente estar ahí y no abandonar jamás pese a las tempestades.
Porque te miro, y veo en tus ojos de mar en calma toda la alegría del mundo.
Para tí...de mí.